Cuando se debilitó el control del Rey Exánime sobre sus vastos ejércitos después de la Tercera Guerra, un contingente de no-muertos escapó de la voluntad de hierro de su amo. Aunque la libertad pareció ser una bendición al principio, estos otrora humanos pronto se vieron atormentados por los recuerdos de los indecibles horrores que cometieron ciegamente como agentes de la Plaga. Aquellos que no descendieron a las profundidades de la locura, comprendieron horrorizados que la totalidad de Azeroth buscaba su destrucción.
Durante su época más oscura, los no-muertos renegados se unieron bajo la bandera de Sylvanas Brisaveloz, la otrora general de los montaraces de Quel’Thalas. Derrotada durante la invasión a su reino y transformada en una poderosa banshee de la Plaga; Sylvanas también recobró su libertad. Guiados por su nueva reina, los no-muertos independientes —conocidos como los Renegados— establecieron la ciudad de Entrañas bajo las ruinas de la capital de Lordaeron. Aunque había Renegados que temían a Sylvanas, muchos apreciaban la seguridad que les proporcionaba. Gran parte de los no-muertos con libre albedrío, sin embargo, hallaron un propósito para su existencia maldita en el ardiente deseo de la reina banshee de acabar con el Rey Exánime.